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La historia de la Columna Jacobea es bastante curiosa: siendo hospitalero el francés Pierre Terrier, el 26 de abril de 2003 llegan al albergue Loredana Stoleria, de nacionalidad rumana y Juan Carlos Lizana Carreño, de nacionalidad chilena. Acreditan, mediante fotografías y artículos de prensa sobre sus obras realizadas, ser artistas dedicados al tallado de la madera y manifiestan el deseo de realizar una obra artística para el albergue de peregrinos. Después de varias conversaciones sobre el tema y los elementos de la obra, el día 3 de mayo los artistas presentan los primeros bocetos. Por parte del albergue se compra en Trabadelo a “Serrerías Laballós” un tronco de castaño de unos siete metros de largo siguiendo las indicaciones de los tallistas.

Durante los meses de mayo, junio y julio, los artistas, voluntarios y peregrinos colaboraron en llevar adelante la obra. Todo estuvo terminado para la fiesta de la inauguración que tuvo lugar el 26 de julio de 2003.

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La Columna Jacobea

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Rafael Canseco presenta así la obra:

La columna es un mástil tallado en madera de castaño de unos seis metros de altura y un metro de diámetro aproximadamente. Debido a su envergadura y peso, se ancló firmemente en hormigón y piedra y se protegió, según indicación de los propios artistas, con ceras y aceites especiales, dado el riguroso clima invernal y los abrasadores veranos de la región.

Aunque al tratarse de una obra exenta, puede observarse perfectamente desde cualquier ángulo, se decidió que tuviese una facies “principal”, la que se ve en primer lugar al acceder al recinto, y otra posterior a modo de complemento de la temática argumental de la parte frontal.

La estructura de los contenidos nos recuerda en cierto modo a la de las “columnas rostrales“ romanas, aunque sin la disposición helicoidal propia de ellas.

 

Fijándonos en primer lugar en la cara principal y comenzando por la parte inferior aparecen:


EL PEREGRINO

Representa el prototipo de caminante a Santiago, ataviado con su hábito característico, sombrero y saya. También porta un cayado para facilitar la marcha, así como la calabaza que se usaba a modo de arcaica cantimplora. Luce, además, sobre su atuendo la “venera” o concha de vieira, que se convirtió en uno de los más particulares e identificativos símbolos del peregrino a Compostela.


VIRGEN CON EL NIÑO

No podía faltar en una obra concebida desde el punto de vista de la fe cristiana, una clara referencia a la Madre del Salvador , que además convivió con los apóstoles durante los primeros tiempos posteriores a la Ascensión de Cristo.
Aunque se podía haber hecho alguna referencia concreta a la Advocación local, la Virgen de la Encina, se optó mas bien por una imagen con un carácter mas universal.
La figura nos recuerda vagamente a las representaciones románicas marianas. Con el Niño en brazos, mira frontalmente al espectador y acusa la rigidez y el hieratismo propios de este tipo de relieves medievales.

Enmarcando la figura de la Virgen aparece una representación alada, que podríamos asociar con una paloma, que universalmente se ha relacionado como signo de la paz.


EL APÓSTOL SANTIAGO

Continuando la línea ascendente, aparece a continuación el patrón Santiago, figura central de las peregrinaciones jacobeas.
Aquí se tomó como modelo una imagen real: el Santiago Peregrino que se encuentra en la portada sur de la iglesia románica de Santa Marta de Tera en la provincia de Zamora, y perteneciente a nuestra diócesis de Astorga, del segundo cuarto del siglo XII. Acaso sea la representación más antigua de Santiago peregrino que conocemos, con su bordón asido con la diestra, su túnica, y el zurrón con la venera. Es de remarcar la belleza de los bucles de su cabellera y barba, bastante mas detallados que el original en piedra del templo.


LA BARCA DEL APÓSTOL

Según la tradición, dos discípulos de Santiago, Atanasio y Teodoro recogieron el cuerpo y la cabeza del Apóstol, (recordemos que murió decapitado en Palestina) y lo trasladaron en una nave desde Jerusalén a Galicia. Arribaron en una zona que se correspondería con la actual Iria Flavia, cerca de Padrón.
La columna representa precisamente el momento en que la barca surca el Océano rumbo a Galicia, con sus velas desplegadas, y en su cubierta advertimos a los dos discípulos antes aludidos custodiando amorosamente el cuerpo y la cabeza de su amado maestro.


LA URNA CON LOS RESTOS DE SANTIAGO

Para esta representación, al igual que con la figura del Apóstol, se tomó como modelo una imagen real. Nos referimos a la que contiene el cuerpo de Santiago, situada en la cripta bajo el altar mayor de la catedral compostelana, repujada en plata y sobradamente conocida por todos los peregrinos.


EL PANTOCRATOR

Finalmente y coronando la columna, simbolizando en cierto modo el motivo último y principal de las peregrinaciones a Compostela, aparece la figura de Cristo en Majestad, bendiciendo, a la manera de las representaciones que solemos contemplar en los tímpanos de las portadas de los templos medievales.
También en este caso se tomó como base un modelo real; un relieve anónimo tallado en piedra que se encuentra en la fachada norte de la iglesia del monasterio de Carracedo.

La cara posterior no está tan didácticamente estructurada como la frontal. En ella, en medio de una decoración continua de cruces jacobeas y veneras, aparecen algunos otros motivos que a continuación pasaremos a reseñar, señalados aquí de arriba abajo.


LA CRUZ DE FERRO

En lo mas alto del puerto del monte Irago, pasado el lugar de Foncebadón, en los límites entre la Maragatería y El Bierzo y aproximadamente a mitad de camino entre Astorga y Ponferrada, se alza solitaria y erguida la Cruz de Ferro, también sobradamente conocida de todos los peregrinos que alguna vez hayan realizado el Camino Jacobeo. Dice la tradición que el túmulo sobre el que está asentada se formó con los guijarros que los peregrinos dejan en su base. El gesto de arrojar la piedra a los pies de la cruz se ha convertido en emblemático de este lugar.


LA CRUZ DE PEÑALBA

La cruz votiva de Peñalba se conserva en el Museo de León, data del 940, y está confeccionada en latón con pedrería repuesta modernamente.

Probablemente su origen sería una donación del rey Ramiro II en agradecimiento al apóstol Santiago por victorias militares obtenidas. Se trata de una cruz griega, de brazos iguales, con un disco central. Las letras griegas que penden de los brazos laterales, Alfa y Omega, son añadidos posteriores.

Con el paso de los tiempos la Cruz de Peñalba se ha convertido en el emblema del Bierzo monacal y cristiano.


EL PUENTE

Se representa con un doble carácter simbólico: Ponferrada nació a la vera del antiguo puente sobre el río Sil, mandado construir por el obispo Osmundo de Astorga para facilitar el tránsito de los peregrinos en su camino hacia Santiago de Compostela . Junto a este motivo de índole histórica, aparece también la imagen del puente como lazo de unión entre hombres y culturas, remarcando así el carácter universal del Camino.


ESCUDO CARMELITANO

También está representado en la Columna, como referencia a la Capilla del Albergue, que está consagrada a la devoción de la Virgen del Carmen. Esta capilla estuvo administrada durante un corto período de tiempo por una pequeña comunidad de frailes carmelitas.


LA CRUZ DE SANTIAGO Y LAS CONCHAS JACOBEAS

Son los símbolos universales de la peregrinación jacobea, los que mejor identifican a los peregrinos del Camino de Santiago.


SAN NICOLAS DE FLÜE

San Nicolás de Flüe es el santo patrono de Suiza y da nombre al Albergue de Peregrinos en cuyo exterior está ubicada la Columna. Se decidió llamar al Albergue con el nombre de este santo, en reconocimiento al matrimonio suizo formado por Úrsula y Joseph Leutenegger quienes desinteresadamente contribuyeron económicamente a su construcción aportando parte de los recursos necesarios. Este matrimonio profesa una especial devoción por San Nicolás de Flüe,

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